viernes, 20 de mayo de 2011

A modo de conclusión del libro "Diseñando con las manos"

DISEÑANDO CON LAS MANOS se ha planteado con la voluntad de llenar un vacío bibliográfico en nuestro país, en el que la cultura del proceso (propia de la artesanía) y la cultura del proyecto (propia del diseño) establezcan una nueva forma “transdisciplinar” de entender la creación de los objetos y las imágenes que acompañan nuestra vida.

El paradigma de la revolución industrial basado en una sociedad de consumo, que ha olvidado lo necesario para rodearse de lo superfluo, nos ha llevado a una situación que obliga a repensar nuestra manera de comportarnos. Es necesario un enfoque que vuelva a lo cercano, al conocimiento personal de las necesidades y emociones del usuario, a lo responsable medioambientalmente, a los productos que envejecen bien, son reparables y reciclables, que (sirviendo nuestras necesidades) no son despilfarradores,..., todas estas características que la artesanía, la “vieja artesanía”, tenía en su ADN.
Por ello, el futuro del diseño es la artesanía, porque el futuro del diseño es distanciarse de su excesiva dependencia de un modelo industrial despilfarrador. Y simétricamente, el futuro de la artesanía es el diseño; en cuanto éste, ha sabido dotarse de una cultura del proyecto que está continuamente repensando los procesos creativos, procesos que la propia artesanía (excesivamente victimizada y ensimismada) quizás había olvidado.

Hay un nuevo enfoque de nuestra visión sobre la capacidad civilizadora del hacer (“hacer es pensar”) que, intentando contrapesar aquellas prácticas del diseño y del arte que se han desmaterializado, reivindican la confianza en nuestras manos como parte íntima de nuestro pensamiento.

“El artesano explora estas dimensiones de habilidad, compromiso y juicio de una manera particular. Se centra en la estrecha conexión entre la mano y la cabeza. Todo buen artesano mantiene un diálogo entre unas prácticas concretas y el pensamiento; este diálogo evoluciona hasta convertirse en hábitos, los que establecen a su vez un ritmo entre la solución y el descubrimiento de problemas.” Imposible no referirse al intérprete musical (Sennett desarrolla la idea), al que nadie despoja de su habilidad (la punta de sus dedos) para entender la expresividad y la inteligencia en las reiteradas veces que interpreta una pieza (y no por ello hablamos de monotonía o adocena- miento).

Ello no debe hacernos olvidar que ciertas complacencias con la habilidad por la habilidad han sido una enorme rémora para el desarrollo de un oficio, de unas artes aplicadas, realmente comprometidas con el conocimiento y la creatividad.

Cualquier reflexión que hable de proyecto (decía Buckminster Fuller “proyectar tiene que ver con la capacidad de pensar mirando hacia adelante”) ha de situarse en la posición de responsabilizarse sobre el futuro. A finales del año de publicación de este libro, la Tierra alcanzará los 7.000 millones de habitantes3, cuando la capacidad de carga del planeta (con el consumo de un ciudadano europeo) es de 2.100 millones de habitantes. Si queremos seguir diseñando con las manos, y para las manos y los ojos de todos, hemos de replantear nuestro trabajo. Y esa es la artesanía que queremos en el siglo XXI.

“Para hacer frente a esta crisis física estamos obligados a cambiar tanto las cosas que producimos como nuestro modo de utilizarlas. Necesitamos aprender otras maneras de construir edificios, utilizar transportes, e idear rituales que nos acostumbren a ahorrar. Necesitaremos convertirnos en buenos artesanos del medio ambiente.”

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