lunes, 13 de junio de 2011

Esos pequeños grandes artesanos de Chanel

Abraham de Amézaga | PARÍS




Zapato fabricado por Massaro.

La primera vez que puse los pies en Michel fue en 2002. Rue Sainte-Anne, junto a la Bolsa parisina, dando a un amplio patio. Allí visité los talleres de este sombrerero. Escasos empleados, pero todos ocupados: impregnando forma en un modelo, eligiendo el material para otro... Sus fondos poseen más de tres mil formas, realizadas en madera, desde que se fundara la empresa, hace ahora 75 años. Laetitia Crahay es la responsable de joyas y accesorios de Chanel, y quien se ocupa de la dirección artística de la Maison Michel. Con sus modelos han posado rostros conocidos como Mila Jovovich, Erin Wasson o Eugenia Niarchos. Un éxito.

Michel es uno de los siete pequeños talleres especializados que fuera adquiriendo Chanel, con el propósito de perdurar su saber hacer y el modo de lograr que no fueran desapareciendo. Entre esas siete maravillas, figura un nombre famoso a nivel internacional, el bordador Lesage. A sus 82 años, sigue al frente François Lesage, descendiente del fundador, dirigiendo un equipo de 'petites mains' que no conoce de horas, sobre todo en las semanas de la Alta Costura.

Las plumas de avestruz, pavo real o cisne que encontramos en suntuosos vestidos, son obra de Lemarié, el artesano de mayor prestigio en el ramo y el único de gama alta. Y pensar que en 1900 había más de trescientos especialistas en plumas en París... El símbolo de Chanel es la camelia. Lemarié es quien las confecciona en multitud de materiales, desde el tweed al cartón, pasando por el satén, la piel... Para diferentes flores, se cuenta con otro nombre histórico, Guillet, que las hace realidad desde finales del siglo XIX. Pacientes y precisas manos de mujer van dándoles forma, con escasas herramientas, como en ancestrales épocas.

Algunos de esos talleres, poseen hasta tienda. Es el caso de Goossens, creador de la bisutería, quien cuenta con un establecimiento a pie de calle, ubicado en la avenida George V parisiense, junto a Hermès y frente a la megatienda de Vuitton. Desrues, el sexto de los artesanos, no tiene tienda, pero sí un archivo con ochenta mil botones, que relatan setenta años de moda. Hasta de botones, como ven, hay grandes especialistas. A Desrues también se deben algunas piezas de alta bisutería.

De la cabeza, con Michel, a los pies. Para ello, nadie mejor que la casa Massaro, donde el artesano Philippe Atienza continúa perdurando este savoir-faire, desde la rue de la Paix, a dos pasos de la plaza Vendôme, la de las exclusivas joyerías. Por aquello de que ellos también hacen joyas, en este caso para los pies y a medida, así como de desfile.

Estos talleres no solo crean para Chanel -es el principal cliente del conjunto y Karl Lagerfeld lo deja en evidencia con su colección-homenaje anual Métiers d'art (Oficios de arte); la última, Paris-Byzance-, sino que tienen también libertad para atender los encargos de otros grandes nombres de la costura, como Dior, Givenchy o Jean-Paul Gaultier, entre la escueta lista. A ellos debemos que a pesar de que siempre se diga que la Alta Costura está a punto de fallecer, se vea -por fortuna- lejos esa fecha.

FUNETE: YO DONA

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